La marca que usaba tu abuela
El mundo de la cosmética es una continua evolución, un campo lleno de innovaciones, de aplicaciones de nuevas tecnologías, un constante cambio. Sin embargo, hay productos de toda la vida que se resisten a caer en el baúl de los recuerdos y que siguen estando en los armarios de maquillaje de muchas de nosotras.
Así que, porqué no hablar de uno de esos productos que comenzaron a usar nuestras abuelas y que muchas seguimos usando. Olores, tactos, sensaciones, fogonazos del pasado… que nos trasladan a otros tiempos, pero que siguen estando igual de vivos que siempre. Ejemplo de esas marcas son la inglesa Cyclax, Nivea, Olay y Suavina. Todas ellas están muy lejos de las firmas de alta cosmética de fama internacional, pero que siguen en el mercado
Benamôr, una marca creada con ingredientes naturales
Me refiero en concreto a Benamôr, una conocida marca de cosmética portuguesa cuyas cremas huelen a limpio y cuyo nivel de popularidad entre nuestras vecinas portuguesas, es similar al de las españolas con Myrurgia o talcos Calber.
Las cremas de esta casa nacieron hace casi un siglo en 1925, en una fabrica en el entonces alejado barrio de Campo Grande. Supusieron una verdadera revolución en el cuidado de la piel, ya que sus cremas se fabricaban artesanalmente con ingredientes naturales. A fecha de hoy mantiene una excelente relación calidad precio. Y digo yo, que esta marca lleve funcionando casi 100 años, solo puede significar que funciona. ¿Verdad?
Comienzo de los tratamientos de belleza
El barrio de Campo Grande fue proyectado como ensanche en plena industrialización a principios del siglo XX por el ingeniero Ressano Garcia (uno de los padres del urbanismo lisboetal), al tener LIsboa problemas de masificación y una gran necesidad de ganar nuevos espacios.
En los siglos XVII y XVIII, Campo Grande era realmente el extrarradio de la ciudad. Solo había campos, huertos y quintas pertenecientes a la nobleza levantadas como mansiones de campo, buscando la cercanía de la ciudad, con los palacios Vimioso y Pimenta (hoy Museo de la Ciudad) como ejemplo.
Aquí instaló su fábrica de cosmética Nally, donde unos farmacéuticos pioneros, comenzaron a formular unas cremas novedosas y ungüentos milagrosos en una época.
En su momento de mayor apogeo Nally llegó a contar con 200 empleados que producían y empaquetaban los productos que salían de sus pipetas y matraces. Desde su creación en 1925, la centenaria Benamôr es con mayúscula, la marca portuguesa líder en productos de cosmética y de higiene.
Se convierte en firma cosmética de éxito
Su catálogo que era muy transversal, iba desde pasta de dientes, a labiales, agua de colonia, polvos de arroz para acabar con los brillos, un tratamiento contra la calvicie, junto con las cremas de cara que cada día iban adquiriendo más fama.
Viendo el éxito en ventas, empezaron a comercializar sus productos en la «Perfumaria Benamôr», una tienda en la pintona Rua Augusta, 200, la principal calle comercial del Barrio de la Baixa Pombalina en Lisboa.
De hecho el nombre de «Cremas Benamôr» surgió a raíz del nombre de la perfumería a la que Nally suministraba sus productos como La «Créme de Rostro» (crema facial) que aun hoy conserva su receta original, producto estrella de la marca todavía a fecha de hoy.
La casa siguió cosechando éxitos hasta que surgió «Alantoíne» ya en los años 70, una excelente crema de manos con aroma a citronela y con alantoína. Es muy humectante y está indicada para reparar las capas superficiales de la piel.
Cremas naturales con un cuidado «packaging»
Sus recetas de belleza y otras formulaciones se basaban en ingredientes de origen natural y principios activos eficaces para cuidar la piel, procedentes de plantas cultivadas bajo el sol de Portugal: Limón, rosa, aloe vera o aceite de almendras. Su empaquetado también estaba muy cuidado, y sus tubos de crema facial plasmaban la iconografía modernista del momento con motivos florales y vegetales.
Puede decirse que se convirtió en un aliado de la belleza femenina, y que su hazaña cosmética fue un éxito rotundo e instantáneo, saltando rápidamente el interés al resto de las ciudades lusas.
Clientes de alto nivel económico
Los productos cosméticos de entonces, a diferencia de la globalización actual, sólo podían permitírselo una reducida élite de la sociedad lisboeta. Esto se refleja en el envase, acorde con el gusto refinado de la época.
En cuanto a clientes conocidos, se puede mencionar a Antonio de Oliveira Salazar, Primer Ministro portugués de 1932-1968, que todos los meses enviaba un conductor a la fábrica a buscar una caja de Nally Chemical Oil, un ungüento para prevenir la caída del cabello.
Otra fan de la marca fue la reina Amelia de Orleans, la última reina de Portugal. Desconozco la historia de cómo llegaron las cremas a su tocador, pero imagino que quedaría fascinada por el resultado. En su honor se creo la línea de productos «Rosa Amelia». El espaldarazo definitivo llegó en 1935, cuando Benamôr obtuvo el reconocimiento oficial como proveedor de la Casa Real Portuguesa, que se prolongó durante décadas.
La icónica jacaranda lisboeta
Todas las líneas o cremas tienen una interesante historia detrás, pero la de jacaranda me parece tremendamente evocadora, y me hace recordar mis pasos teñidos de malva por las calles lisboetas en primavera. Este icónico árbol inspiró una línea de productos del mundo de la cosmética femeninos que pasan por la crema de manos, manteca corporal, jabón de ducha, jabón de tocador y gel de ducha que enamoran desde el primer contacto.
El árbol de la jacaranda llegó a Lisboa desde Brasil en el siglo XIX, y desde entonces ha teñido el paisaje urbano lisboeta. Sus hojas anunciando el verano florecen a finales de abril hasta junio, pintando sus flores la ciudad de Lisboa de un delicado color lila por calles, plazas y avenidas. Requiere clima suave como Lisboa, tolera heladas débiles y esporádicas, vive mejor en la cercanía de la costa, aunque a resguardo de vientos marinos fuertes.
Crecimiento de la marca
A lo largo de los años, esta compañía cosmética ha ido creciendo de forma imparable. Relanzada en 2016 y con una nueva dirección, inició un proceso de modernización y «redesign» de la marca. El resultado ha sido increíble, y hoy su cartera de productos cuenta con 93 referencias para el cuidado de la piel y del cuerpo; además de estar presente en 23 países. Ello demuestra no solo la solidez de la empresa, sino que además es una de las marcas cosméticas más queridas por las consumidoras portuguesas.