Lamego, una pequeña ciudad en el Alto Duero, es conocida, junto con Peso da Régua y Pinhao, por pertenecer a la ruta enológica del valle del Duero, el llamado Duero Vinatero. Aquí se produce el vino espumante “Raposeira”, que junto con el “Murganheira” de Ucanha, están considerados los mejores de Portugal
Las primeras Cortes de Portugal tuvieron lugar aquí en 1143, coronándose a Afonso Henriques como rey de Portugal. Tuvo sus momentos de máxima prosperidad económica entre los siglos XVIII y XIX, debido a la producción de vinos de Oporto, que se tradujo en las elegantes casas blasonadas próximas al Museo de la ciudad y la Catedral, que vemos hoy.
Pero también, se vio afectada por la filoxera. Durante el periodo 1860-1880 esta plaga arruinó a viticultores, aumentó la emigración y provocó el despoblamiento de muchos pueblos. Hoy en día, su desarrollo económico depende en gran medida de los servicios y de la agricultura, donde el sector vitivinícola (ya recuperadísimo) representa una importante fuente de riqueza en la zona.
Recorremos las pintorescas y empinadas calles del barrio medieval, donde se entremezclan casas señoriales, iglesias, la judería y hasta un gran castillo en lo alto de una colina con sus murallas medievales; no faltando pequeñas tiendas como detenidas en el tiempo.
Seguimos nuestra ruta por la monumental Catedral de Nuestra Sra. de la Asunción, de factura románica con elementos góticos, renacentistas y barrocos como resultado de incorporaciones posteriores. La Torre Campanario cuadrada es lo único que queda del románico, y según me explicaron pudo ser utilizada como cárcel.
Cuando entras lo que llama la atención es la altura de la nave, y sus techos abovedados recubiertos por pinturas murales que con escenas del Antiguo Testamento pintadas por Nicolau Nasoni, arquitecto y pintor italiano, padre de muchas referencias barrocas y rococó portuguesas como la conocida Iglesia de los Clérigos en Oporto o el bellísimo Palacio Mateus en Vila Real.
El claustro ajardinado está rodeado por una galería de arcos de medio punto, con referencias tardo góticas y renacentistas. Sus capiteles están decorados con murciélagos. Considerado un animal impuro, el murciélago encarnaba al demonio, y en este caso concreto, aparece como un símbolo duplo y que al igual que Lucifer, puede transformarse en cualquier cosa, y aparecer como un pájaro, un ratón o un animal fantástico.
Enfrente, en lo que antiguamente era la “Baixa” de la ciudad (lugar donde se encontraban todos los edificios principales y casas blasonadas) está hoy el Museo de Lamego, que fue hasta 1940 el Palacio Episcopal. El edificio, un palacete del siglo XVIII, construido sobre granito, la piedra local por excelencia, está ricamente ornamentado con motivos barrocos (estilo con gran desarrollo en Portugal).
Este museo posee restos del paso romano tras ser fundada la ciudad por Trajano, y cuenta con exquisitos tapices flamencos del XVI, paneles de azulejos del siglo XVII, mobiliario portugués e indo-portugués, arte sacro y orfebrería religiosa. Alberga varios tesoros nacionales, entre los que sin duda destacan las tablas de Vasco Fernandes (conocido como Grão Vasco), grandísimo pintor renacentista de influencia flamenca que recibió muchos encargos del obispado de Lamego.
La Avda. Visconde Guedes, frente a estos dos grandes edificios, una de las arterias principales de la ciudad, es una avenida ajardinada y arbolada que acaba donde arranca el monte Santo Estevão.
Aquí comienzan las escalinatas al Santuario de Nossa Senhora dos Remédios, centro de peregrinación que al igual que otros santuarios de similares características, se localiza en lo alto de una colina dominando toda la ciudad. Nueve rellanos con estatuas, grutas, fuentes, pequeños lagos y muros con azulejos decorados sirven de descanso al devoto. Para subirlo puedes llenarte de valor y hacerlo a pie (686 escalones) o directamente en coche atravesando un frondoso parque donde se puede merendar.
A principios de septiembre se celebra una Romería, donde algunos se atreven a hacer este recorrido de rodillas. En la parte superior se encuentra la Plaza de los Reyes (Largo dos Reis), rodeada de estatuas con un gran obelisco en el centro, hasta llegar finalmente la Iglesia. El interior, decorado en azul y blanco con azulejos, está íntegramente dedicado a la Virgen.
Saliendo de Lamego por la A-24, que va serpenteando en paralelo durante 3 km al rio Balsemão, llegamos a San Pedro de Balsemão, una sencilla y pequeña capilla del siglo X hoy Monumento Nacional, construida siguiendo las técnicas constructivas de la arquitectura mozárabe. En el siglo XIV sirvió como capilla funeraria para el obispo de Oporto D. Afonso Pires; y ya en el siglo XVII sufrió algunas transformaciones estructurales.
El broche de oro a este interesante recorrido tiente premio: Una parada en la Pastelería da Sé (a la espalda de la Catedral) (R. dos Loureiros 24, tel 351 254 614 096) para degustar ricos dulces conventuales de la región.