Hoy este post va sobre los oficios artesanos. No solo porque muchos están en vías de extinción, sino porque son profesionales cuyas aspiraciones no son las rentabilidades, sino el trabajo bien hecho. Ellos no conocen ni saben de trabajar a ritmos vertiginosos, solo saben hacer lo suyo bien.
Cesteros, carreteros, modistas, etc.. son algunos de esos oficios de ayer, y hoy minoritarios, que milagrosamente aún se mantienen en pie. No choca si los ves en poblaciones pequeñas o en entornos rurales.
Pero sorprende gratamente encontrártelos por la calle de Lisboa. Elegida en 2017 y en 2020 el mejor destino mundial como City Break, por su singular belleza y su excelente oferta turística. Lisboa es un destino muy atractivo para cualquier turista, que conjuga a la perfección cosmopolitismo y tradición.
Los artesanos de las calzada
Con martillo en mano y habilidad, una brigada recorre las calzadas lisboetas, transformando pequeñas piedras a base de golpecitos, en cuadrados que encajan en el suelo. Son los «calceteiros», un oficio que tiene dos siglos de antigüedad y que tiene como fin construir el precioso mosaico que cubre las aceras ornamentales.
Sus orígenes se remontan a 1842 cuando el Teniente General Eusebio Pinheiro Furtado, responsable del castillo de San Jorge. Inspirándose en técnicas romanas y árabes, pidió que se pavimentara parte del castillo (entonces cuartel). El trabajo fue encargado a los reclusos (entonces llamados «grilhetes«) quienes realizaron el primer pavimento decorado en zigzag a base de piedra caliza y basalto.
Al principio provocó cierta hilaridad, pero rápidamente el resultado fue calando y acabó extendiéndose no sólo por las principales calles y plazas de Lisboa, sino que también invadió las entradas, patios y jardines de palacetes, monasterios y edificios públicos.
Y seguimos con otros diversos oficios por la Baixa lisboeta
Los verás por la plazas del Rossio, centro neurálgico de Lisboa, y que seguro pasarás varias veces durante tu viaje por la capital lusa.
El plastificado es el mejor método para proteger carnets, fotografías o cualquier otro tipo de documento, de roturas, manchas u otros daños. Y así, unos hombres apostados en la Rúa de Amparo, se instalan todos los días con unas mesitas abatibles y un plastificador manual.
Sacando lustre a los zapatos
Desde Restauradores, Rossio, Baixa e inmediaciones hasta Terreiro do Paço (plaza del Comercio) cada limpiabotas suele tener un puesto fijo en la calle por el que pagan una licencia al Ayuntamiento, y una clientela habitual que normalmente mantienen desde hace años y que suele pagar unos 3€ porque les limpien sus zapatos.
Antiguamente era un ritual, ir al limpiabotas y llevar unos zapatos lustrosos y brillantes que con un buen perno, daba una imagen de dandy. Sin embargo los limpiabotas «engraxadores» ya no tienen la cola que tenían entonces. Paulatinamente han sido sustituidos por las esponjas abrillantadoras del «Carrefour» o las máquinas limpiadoras automáticas de algunos hoteles, sin contar con las zapatillas deportivas que se han convertido en habitual, y que no necesita ni admite lustre.
A la distancia, se oye el sonido de un silbato que anuncia la llegada del afilador, aquí conocido como el «Amolador». Con la rueda de amolar que pone en movimiento al pisar la palanca mediante una polea, arregla cuchillos, navajas y tijeras.
Vendedores de castañas por el centro histórico
Pero el paisaje de estos oficios tradicionales en vías de extinción no estaría completo sin la figura del castañero. Los castañeros que como los «limpia» tienen su puesto fijo en la calle. Con la llegada de los primeros fríos y hasta el mes de marzo, puedes escuchar «Castanhas quentinhas e boas” (castañas calentitas y ricas). Suelen montar sus carritos adaptados en las zonas más transitadas y populares de Lisboa, como Chiado, Baixa o Rossio. Si ves una humareda blanquecina es señal inequívoca de que el pequeño remolque no anda muy lejos, asando las castañas con la sal que les da sabor y las envuelve con el característico polvillo blanco que encontramos también en Andalucía.
Y con el nuevo siglo llegan nuevos oficios
Junto con los oficios de toda la vida, emergen otros profesionales del siglo XXI. Son los conductores de «Tuk-Tuk», un motocarro de 3 o 5 ruedas, de puertas abiertas con toldo, versión europea de los vietnamitas o camboyanos.
Es un nuevo e ingenioso tipo de vehículo para conocer la ciudad, pero cuyo conductor debe ser a la vez un guía turístico. Un nuevo oficio que exige conocer bien la historia de Lisboa, sus secretos y sus curiosidades … y todo por unos 70 euros la hora! Eso sí, los días de frío te plantan una manta de forro polar para que te tapes mientras escalas por el barrio de Alfama.