El Modernismo también recaló en Graça

Cuando te creías que lo sabías todo sobre la villa de las siete colinas, descubres que Lisboa es una fuente inagotable de rincones y sorpresas. Hoy te voy a mostrar una joyita. Se trata de «Vila Berta», una calle con historia en pleno barrio de Graça.
Como tantas ciudades europeas, Lisboa vivió un fuerte desarrollo industrial y comercial a principios del siglo XX. Al calor de esta transformación, se desarrollaron pequeños barrios obreros y colonias industriales, para dar cabida a los numerosos trabajadores que llegaban del campo a la ciudad.

Uno de los atractivos singulares de Lisboa son los miradores naturales de la ciudad. Subirás por escaleras que quitan la respiración, como las históricas escadinhas de la rua Damasceno Monteiro
Graça, Histórico Barrio Lisboeta
Comenzamos en el Barrio de Alfama para iniciar la subida por una inclinada pendiente hasta el Barrio de Graça, con intención de recorrer con calma un entramado de callejuelas adoquinadas, con curiosas tiendas con solera como el taller de Cerâmica São Vicente (Rua S. Vicente nº31), especializado en cerámica y azulejos, de donde seguro te llevarás algún recuerdo de vuelta a casa.
- Azulejos pintados a mano en Cerámica S.Vicente
Lisboa como capital de un imperio ultramarino, tenía su principal actividad económica ligada al puerto y al comercio, por lo que Alfama, Graça y São Vicente, cercanos al Tajo (tras la marcha de la realeza del Castillo San Jorge a Terreriro do Paço), se convirtieron en barrios populosos para pescadores y trabajadores; lo que se nota en el desarrollo del barrio, y su influencia en el carácter popular, como de pueblo, de calles tortuosas y laberínticas, de la planta árabe original.

De Alfama a Graça, barriadas menos monumentales, pero saboreando la vida humana con sus casas bajas y humildes
El Barrio de Graça es como un pequeño pueblo dentro de una ciudad, de atmósfera pintoresca, tradicional por sus cuatro costados y lleno de simpáticos hostales, vidilla de barrio, cafés alternativos y bohemios, tabernas familiares y pastelerías. Es un barrio que poco a poco se está nutriendo de nuevos residentes, muchos de ellos extranjeros, que le confiere un ligero «toque» multicultural.

Como país con cultura de café, siempre hay lugares agradables donde descansar
Si subes en el mítico tranvía 28, bájate en la Esplanada de Graça, que te deja muy cerca de » Vila Berta» esta pequeña colonia, que por su singularidad ya fue declarada en 1996 un Bien de Interés Público.

A principios de siglo, los eléctricos posibilitaron a la pequeña y media burguesía ocupar áreas periféricas (como Graça), que tenía condiciones de habitabilidad superiores a las de la Baixa
«Vila Berta», entre la Travesía Pereira y la rúa do Sol en Graça, fue construida a principios del siglo XX por Joaquim Francisco Tojal. La idea del «hombre hecho a sí mismo» está inevitablemente unida a la figura de Tojal. Hijo de emigrantes portugueses que marcharon a Brasil, y regresó a Lisboa en su edad adulta, ya como profesional. Arquitecto y padre de cinco hijos, construyó entre 1902-1908 esta colonia, a la que dió el nombre de su única hija, Berta.

Panorámica de Vila Berta, un microcosmos en Graça
«Vilas Operarias»: Paternalismo industrial
Tojal adquirió unos terrenos en el barrio de Graça (entonces periferia) a un precio de suelo asequible, creando una empresa de construcción civil y levantando una mini colonia con estilillo y diseño integrada en la misma propiedad, para aproximar la vivienda al lugar de trabajo. Era un modelo de área residencial novedosa para la época. Al contrario que muchas barriadas y patios obreros (en Portugal llamadas «vilas operarias»),»Vila Berta» era distinta.
Unas viviendas pasaron a ser ocupadas por familiares y amigos cercanos del entorno de Tojal, y otras por trabajadores especializados, arquitectos encargados de obra, administrativos operarios y maestros de obra (un nivel superior a las vilas operarias en sensu stricto). El propósito era fidelizar a los trabajadores en una perspectiva de largo plazo con la empresa, que permitiera una ejecución de trabajo eficiente.
Esta calle interior escondía dos hileras de casas alineadas a cada lado. Por un lado, adosados de dos alturas, con sótano y mansardas, servicios, una terraza cuadrada y un jardincillo en la parte delantera; y en el otro lado, casas más modestas de dos pisos de esquema similar, pero sin jardín. Tojal vivía al final de la calle, en una vivienda aislada, donde aún viven sus descendientes.

Jardín, terraza y tranquilidad
Con Toques Modernistas
El “Arte Nova” (Modernismo) surgió en Portugal entre 1905 y 1920 y fue utilizado por la burguesía urbana como un signo de distinción. Tuvo una fuerte componente ornamental inspirado en la naturaleza, la flora y la fauna. Los detalles modernistas están presentes en «Vila Berta», aunque con un tratamiento más sobrio y esquemático. El empleo del hierro (típico elemento industrial) se utilizó para añadir expresión a la estructura de las viviendas. Pequeñas alusiones y sugerencias al mundo vegetal como en la delgadez de los fustes de las columnas, y sus pequeñas ramificaciones en barandillas, terrazas y verjas.

Con el tiempo algunas de estas casas se han ido vendiendo, y otras hoy pueden alquilarse a través de plataformas inmobiliarias turísticas en la red
Y, por supuesto, no podían faltar los paneles cerámicos, un soporte tan tradicionalmente portugués; donde los motivos no solo era florales como en el portón de acceso a la calle y terrazas, sino que también los había de dibujos geométricos.

Un rótulo de cerámica elaborado artesanalmente con el nombre de la colonia. El lirio, representa el modelo natural de lo efímero
Hasta 1940, «Vila Berta» mantuvo accesos fácilmente clausurables, con una cancela que recuerda mucho a los típicos adarves o recintos cerrados de algunas juderías, a ambos lados de la calle a modo de protección. Hoy como muestra, solo queda el acceso que da a la Rua do Sol, en Graça 55-59.
Por la zona, no dejes de visitar la Iglesia y Monasterio de São Vicente de Fora de entrada gratuita, con una interesante colección de azulejería barroca del siglo XVIII. Son magníficos los dispuestos alrededor de los claustros, rodeados por dibujo florales y «putti» que ilustran las fabulas de La Fontaine. A 450 m. el Convento de Nossa Senhora da Graça, levantado por los agustinos en un terreno que habría sido el elegido por D. Afonso Henriques, primer rey de Portugal, para que sus tropas acampasen en el asedio a Lisboa en 1147.

Tras el terremoto de 1755, fue reconstruido en barroco tardío. Magnífico el uso del mármol en esta sala. Ayer capilla y hoy portería (acceso principal)
Y por supuesto, el Miradouro de Nossa Senhora do Monte, levantado sobre la colina de Santo André, la más alta de Lisboa.

Vista panorámica de Lisboa desde Graça
El mirador debe su nombre a la capilla del lugar, muy visitada por embarazadas, pues dice la leyenda que su Virgen asegura partos sin dolor. La capilla se levanta sobre un pequeño pinar, un lugar perfecto para hacer una parada y contemplar unas vistas excepcionales e inolvidables de Lisboa.

Detalle del rosario rodeando la capilla de la Virgen

El Tuk Tuk puede subirte hasta el Mirador, desde donde disfrutarás de unas vistas inolvidables

Y cuando aprieta el calor, el puesto de «Maria Limao» ofrece granizados de limón, caipirinhas y mojitos
Para terminar el día, nada como una visita «A Tasca do Jaime» (Rua da Graça, 91), una tasca de las de siempre frecuentada por «aficionados que interpretan el genuino «Fado Vadío», que es el fado callejero, el improvisado, el que da más importancia a la expresión y las emociones que a los éxitos comerciales. Aquí se te pone la piel de gallina oyen cantar «saudades » y a amores perdidos.

A Tasca do Jaime es el lugar donde darnos un baño intenso de fado
Magnifica descripción del lugar con buenas fotografías. Para quedarse unos días en el barrio. Me encanta el barrio. No se me olvidará, por razones obvias, el lugar.
Enhorabuena.
Muchas gracias Enrique. Si, un barrio muy curioso, no tiene la monumentalidad de otros barrios como el área de Liberdade, o el chic de Ppe Real, pero tiene aún ese toque humano que se está perdiendo poco a poco. Un saludo.